Liam*
Durante ese maldito mes, había soñado con ese momento.
Con su piel pegada a la de ella.
Con la sensación de estar dentro de ella hasta perder la noción del tiempo, del espacio, de todo.
La necesitaba como un animal sediento necesita sangre.
El sabor de su boca era un vicio insaciable, y la besaba con una desesperación que rozaba la locura, mordiéndola, chupando, succionando, como si quisiera devorarla.
Cuando Collin agarró sus hombros, fue el punto de quiebre para él.
Liam intentó contenerse, intentó ser suave, pero la paciencia era un lujo que no poseía en ese instante.
Un mes.
Un maldito mes sin ella.
Se posicionó y, en un solo movimiento, se hundió dentro de ella.
Tan profundo que su cuerpo se arqueó con un gemido desesperado contra su cuello.
El sonido destrozó su autocontrol en pedazos.
Liam sujetó sus muslos con fuerza, sintiendo la humedad cálida a su alrededor mientras empezaba a moverse. Pero el agua los hacía flotar demasiado; él quería algo firme. Quería más contacto.