Cada fibra del cuerpo de Collin temblaba. El aire a su alrededor parecía pesado, sofocante.
Liam se volvió hacia ella, los ojos muy abiertos, como si tuviera frente a sí a un fantasma. Sus manos temblaban al cerrar los puños, la tensión en sus hombros revelando la tormenta que rugía dentro de él.
Detrás, sus lupinos empezaban a reunirse, gruñendo, listos para atacar a los de Maden. El enfrentamiento estaba a punto de estallar.
Pero nada podría haberlo preparado para las siguientes palabras.
"¿Qué demonios estás diciendo, maldito sádico?!" escupió Liam, la voz cargada de odio.
Maden esbozó una sonrisa grotesca, los ojos brillando con una diversión cruel.
"Estoy diciendo la verdad, mi… amigo." La palabra destilaba veneno. Luego giró el rostro hacia Collin, observándola como un depredador observa a su presa. "Esa que está a tu lado… es mi hija."
El mundo de Collin giró.
Sintió el cuerpo estremecerse, como si cada pedazo de sí misma se hiciera trizas.
Liam permaneció inmóvil. Ninguna pala