Collin*
El bosque estaba oscuro y frío; el viento cortante que pasaba entre los árboles hacía que todo el cuerpo de Collin temblara. Se abrazó a sí misma, tratando de alejar la sensación gélida que se infiltraba en su piel. Sus ojos recorrían la negrura frente a ella, pero la oscuridad parecía devorarlo todo a su alrededor.
"Eve!" su voz resonó en la noche silenciosa.
Ninguna respuesta.
Miró por encima del hombro. La aldea ya estaba lejos, las luces de las antorchas casi invisibles.
Si quería huir, ese era el momento. Podía simplemente correr. Nadie la encontraría. Todos estarían demasiado ocupados intentando hallar a Eve.
La idea flotó en su mente por unos segundos, un pensamiento seductor. La libertad estaba allí, al alcance de sus manos.
Pero entonces, su mandíbula se tensó.
No.
Eve la necesitaba.
Resoplando, negó con la cabeza y siguió caminando, obligando a sus pies a moverse sobre la tierra húmeda.
"Eve, ¿dónde estás?" insistió, su voz saliendo más baja ahora, casi una súplica.