Liam*
Los pasos resonaban fríos por los pasillos del castillo, como si cada centímetro de esas paredes absorbiera el dolor y la maldad de ese lugar. Los lupinos de Maden los arrastraban sin ninguna delicadeza. Liam sentía la pulsación acelerada de Collin, aun sin tocarla. Su olor estaba cargado de adrenalina y pavor, pero ella caminaba con la barbilla en alto. Siempre valiente.
Estaban a punto de separarlos en las celdas cuando Liam gruñó con ferocidad:
"Nos quedamos en la misma celda."
Los lupinos rieron con burla, pero no por mucho tiempo.
"¿Crees que tienes autoridad aquí, bastardo?"
"Si quieres, puedo mostrarte lo que pasa cuando me contradicen." Los ojos de Liam brillaban, una advertencia silenciosa y salvaje. Sus dientes casi rompían la piel de sus propios labios.
Los lupinos vacilaron un segundo, se miraron entre ellos. El ambiente se tensó, hasta que, bufando, cedieron. Liam entonces pasó el brazo con firmeza por la cintura de Collin y la condujo al interior de la celda. En cu