Liam*
Quedó inmóvil.
Ese nombre Colen cayó en sus oídos como un trueno seco, devastando cualquier resto de paz que aún quedara dentro de él. Todo su cuerpo se tensó, como si cada músculo, cada vena, gritara una agonía silenciosa. Un calor asfixiante llenó su pecho, un calor que no tenía nada que ver con deseo o cariño... era furia. Era odio crudo.
Collin se acercó con cautela, como quien pisa frente a una fiera herida a punto de estallar. Le tocó el hombro con cuidado, intentando traerlo de nuevo a la superficie.
"¿Estás seguro de eso, Damon?" preguntó, tratando de mantener la calma.
"Los exploradores sintieron su olor. Está acercándose... incluso con la tormenta", respondió Damon con voz firme, pero sombría.
Liam sentía el mundo dar vueltas alrededor. Era como volver a aquel infierno en el bosque. Era como estar otra vez entre huesos, sangre seca y los gritos en su cabeza.
"Pongan la aldea en alerta", dijo con voz baja pero cargada de acero. "Si ella está aquí, no viene sola. Trae