Liam*
Ella estaba allí.
El calor que emanaba de su cuerpo era casi sofocante, casi cruel de tan bueno. Cada centímetro que los separaba quemaba como una promesa incumplida. El perfume de su piel se mezclaba con el de la madera, de la manta gruesa... pero era ella. Era solo ella.
Su respiración golpeaba contra el rostro de ella, caliente, temblorosa. Y ella lo miraba con aquellos ojos que parecían rasgar su alma.
Pero su mente... la mente aún estaba atrapada.
Atrapada en la voz de Colen.
"Eres mío", decía. El susurro asqueroso aún vibraba en sus oídos. Cerró los ojos por un segundo, y sintió las manos de ella otra vez. El toque forzado. La invasión. El dolor.
"Dame tu mano" susurró Collin.
La voz de ella lo trajo de vuelta. Suave. Caliente. Real.
Dudó, pero cedió. Sus dedos rodearon su cintura con cuidado, como si ella fuera a romperse. Como si él fuera a romperse.
Ella guió su mano, lentamente, hasta su barriga. Se detuvo allí.
"Conseguí sentirlo moverse hace algunos días..." sonrió,