Eve*
Su cuerpo se arqueaba como si buscara escapar y, al mismo tiempo, implorara por más. La lengua de Damon se movía con precisión cruel entre sus piernas, provocando en ella un placer abrumador. Las sábanas estaban arrugadas bajo sus dedos temblorosos, y cada gemido que escapaba de su boca era un grito ahogado de puro deseo.
Gracias a los dioses, Collin estaba con el bebé. Porque Eve no conseguiría contener los sonidos salvajes que estaban emergiendo de su garganta.
"Damon... yo..." intentó advertir, pero él levantó el rostro solo lo suficiente para susurrar con la voz ronca, cargada de malicia:
"No... todavía no."
El roce caliente de su voz contra su piel la hizo estremecerse aún más. La lengua volvió a su trabajo implacable, y Eve perdió cualquier control sobre sus propias caderas, que ahora se movían contra él en un ritmo involuntario y hambriento. Damon gruñó en aprobación, sus dedos clavándose con fuerza en los muslos de ella. La sensación era insoportable... deliciosa... devas