El alfa fingía su muerte y lo hice realidad
El alfa fingía su muerte y lo hice realidad
Por: Estrella
Capítulo 1
En el tercer mes de la desaparición de compañero alfa, lo busqué desesperadamente por todo el mundo. Hasta que, en un bar, vi al alfa que tanto había buscado, alimentando con su boca el licor a su amiga de la infancia.

—Declaro muerto al alfa. Inicien los preparativos para la elección del nuevo líder.

Preguntó incrédulo el anciano al otro lado del teléfono:

—Luna, ¿estás segura de abandonar la búsqueda?

A través de la rendija de la puerta, observé a compañero alfa acariciando el rostro de Dulce con ternura.

Un dolor atravesó mi pecho. Con voz quebrada, respondí:

—Tres meses. Los equipos de rescate no encontraron nada. Por doloroso que sea, debo aceptar su muerte. La manada no puede estar sin alfa.

¿De qué servía un alfa que abandonó a su manada y a su Luna?

Tras dar instrucciones para la elección, colgué y regresé a mi reservado.

Mi amiga, al ver mis ojos enrojecidos, me alcanzó un cóctel frutal.

—Betania, sé que duele. Pero Sansón lleva desaparecido tres meses. Debes aceptarlo.

Mis manos temblaban al tomar la copa. Conteniendo el dolor, la vacié de un trago.

El licor era amargo pero mi corazón lo era más.

—¿Existe alguien tan vil como para fingir su desaparición y engañar a su Luna?

Ella, creyéndome delirante por el dolor, suspiró:

—Nadie sería tan despreciable. Más le valdría estar muerto.

Asentí aturdida y me levanté:

—Sí... asumamos que está muerto.

Al llegar a casa, cada rincón guardaba memorias de Sansón.

Los cubiertos para dos seguían en la mesa. La víspera de su desaparición, habíamos planeado aparearnos bajo la luna llena en la festividad lunar.

Pero al día siguiente, llegó la noticia de su desaparición.

Sentada en el sofá, tomé el muñeco que había hecho para mí con su propio pelaje durante la muda.

—Cuando me extrañes, abrázalo— solía decir.

Sus palabras tiernas chocaron con los recuerdos de hoy:

—Betania era dulce antes del matrimonio, pero ahora me controla. Le di el título de Luna para administrar la manada, no para dominarme.

—Las lobas se envician con el poder. Esta desaparición le enseñará su lugar.

Dulce, recostada en su regazo, pasaba licor de boca en boca con él:

—Los amigos somos mejores. Nunca te restringo.

—Por supuesto. Eres mi mejor amiga. Aunque la poción de disfraz no dura lo suficiente.

—Tengo suficientes frascos para que disfrutes días más.

Se autodenominaban 'mejores amigos', pero sus cuerpos entrelazados contaban otra historia.

Náuseas me invadieron. Destrocé el muñeco y lo arrojé a la basura.

¿Por qué fingir su muerte en lugar de romper el vínculo?

Al día siguiente, convocé una reunión y, en nombre de Luna, declaré la muerte del alfa. Anuncié que celebraríamos un funeral y que elegiríamos al próximo alfa de las manadas.

La noticia causó un inmediato revuelo. Gritaron los hermanos de Sansón:

—¡No hay ningún cadáver! ¿Cómo van a hacer un funeral sin confirmar su muerte?

—¡Betania, estás loca! Sansón sigue con vida.

—¿Cómo te atreves a arrebatarle el título de alfa? ¿No temes que regrese y te haga pagar por esto?

Esbocé una sonrisa helada.

—Si ya está muerto, ¿de qué podría enojarse?

Ignorando las protestas, declaré con firmeza:

—Soy la compañera del alfa y tengo la autoridad para declarar su muerte. Ahora, como Luna, tomo las decisiones en la manada. Durante el funeral de Sansón, los ancianos y yo elegiremos a su sucesor.

Dicho esto, di por terminada la reunión, dejando atrás a los hermanos de Sansón furiosos y a la manada sumida en murmullos.
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