Sansón subió al escenario y me abrazó con fuerza, temblando mientras gritaba mi nombre.
—Betania, he vuelto. No tienes idea de cuánto te extrañé.
—Fui atacado por forastero durante la patrulla. Me cortaron el abdomen con una daga de plata, pero por suerte un buen samaritano me llevó al hospital. Solo así pude regresar vivo para verte. De verdad estoy bien. Mira, si no me crees.
Al decir esto, levantó su camisa, revelando una horrible cicatriz en su abdomen —claramente falsa, pintada por alguien.
Yo permanecí en silencio, observándolo con expresión impasible mientras actuaba.
Al notar mi falta de reacción, una sombra de incomodidad cruzó su rostro.
Solté una risa fría.
—¿Terminas tu actuación? ¿Acaso ese 'buen samaritano' que te salvó se llamaba Dulce?
La expresión de Sansón se congeló.
Incluso en ese momento, fingió ignorancia.
—Betania, ¿de qué estás hablando? No entiendo. Tu compañero alfa ha regresado, ¿no debes estar feliz?
Su descaro me hizo reír de rabia. Tres meses de