Capítulo 29

Casi se corre allí mismo. Kary intentó hablar, pero los únicos sonidos que salían eran gemidos bajos mientras los dedos del alfa acariciaban su carne resbaladiza.

—He leído algo…—murmuró, aparentemente para sí mismo.

—¿Qué?—jadeó, agarrándose de la poca razón que le quedaba.

Con la mirada clavada en la de ella, el hombre se echó hacia atrás, se deslizó hacia abajo, besando cada parche de piel que encontraba y su rostro quedó suspendido justo por encima de su monte de Venus.

Sus ojos bicolores brillaron con emoción y su boca se abrió para revelar su lengua con protuberancias y sus largos colmillos.

—Abre más las piernas, humana. Mis hombros no entran en este espacio tan estrecho.

¿Él estaba...?

Con dolorosa lentitud, Kary las abrió, sabiendo que lo estaba mostrando todo, toda la evidencia de su excitación con el coño húmedo y el clítoris hinchado.

Incapaz de mover los brazos, con las piernas acalambradas por el esfuerzo de que sus hombros anchos quepan, la científica solo pudo murmu
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