CAPÍTULO 64

—Pat, hora de comer, amor —anunció Clarisse y el niño llegó corriendo. Luego ella miró al hombre frente a ella—. ¿Te quedarás a comer?

—¿Me invitas a cenar con ustedes? —dudó el pelinegro.

—Sí no quieres, puedes irte y desaparecer por otra semana —atacó la chica.

—Oh, la tía Clarisse está enojada —dijo Pat, con una cara chistosa—. ¿Qué le hiciste?

—Sí, Soren. ¿Qué hiciste? —siguió ella con una sonrisa maliciosa.

—Cometí un error al no hablar con tu tía. ¿Crees que puedas ayudarme que ya no esté enojada? —le habló al niño.

Pat miró a la pelinegra con los ojos entornados, pensando en qué hacer a continuación. Se acercó más a Soren y le hizo señas para decirle algo en el oído.

—Se ve cómo un trabajo duro, pero creo que te puedo ayudar —expresó el pequeño sin dejar de ver a la mujer frente a ellos—. ¿Qué gano yo?

—¿Qué te parece si te llevo a la feria el próximo fin de semana?

—¿Y ganarás premios para mí?

—Claro, además, subirás a los juegos que sean aptos para ti.

—Bien, tenemos un trato
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