Capítulo 133 Una obsesión enfermiza.En el silencio roto apenas por el golpeteo monótono de la cafetera, Camila permanecía sentada en el amplio salón del loft de Isla de Montelago. Afuera, el amanecer despuntaba tras el mar: una franja tenue de luz rosada que se filtraba por los ventanales, trazando destellos sobre la elegante madera clara del piso. La brisa marina colaba su salitre y un leve olor a algas, mezclándose con el aroma fuerte del café recién hecho que ella sostenía entre las manos. Cada sorbo—amargo, tibio—le recordaba a la mañana en que Leonard se marchó sin mirar atrás, dejándola sola con sus temores.El zumbido del ventilador de techo y el susurro de las cortinas al moverse marcaban el ritmo de sus pensamientos. A su alrededor, la decoración minimalista: un sofá de lino blanco, un par de jarrones con flores exóticas de la isla, y la mesa baja donde la noche anterior había estallado la copa de vino, ahora recogida y limpia, como si quisiera borrar aquella pérdida de a
Capítulo 134 Volviendo a la realidad. Camila clavó las uñas en el respaldo del asiento de la lancha mientras Tony aceleraba el motor. El aire nocturno le azotaba la cara con un sabor a sal y gasolina. Bajo la cubierta de estrellas, la silueta de la Isla s Montelago se desvanecía tras ellos en un murmullo de olas rompiendo contra la costa que se alejaba como un lamento. Cada sacudida de la embarcación le recordaba la tensión de sus músculos. El chaleco salvavidas rozaba su piel, húmedo por la bruma marina. Afuera, únicamente el faro del puerto les guiaba: un ojo pálido que parpadeaba en la oscuridad. Camila apretó la brida de su pistola, enterrada en la cintura de sus pantalones, y exhaló un aire tembloroso. —¿Estás seguro de esto? —preguntó en un susurro, inclinándose hacia Tony, cuya sombra danzaba sobre la proa. Tony asintió, con el rostro severo bajo la capucha de la campera. El motor vibraba como un corazón mecánico. —Mi gente ya bloqueó los accesos. Nadie entrará n
Capítulo 135Planes y venganzas.Las cámaras titilaron, grabando cada matiz de su expresión. Alessia sintió un nudo de orgullo y pena: verlo tan sereno frente al mundo, mientras ella guardaba el peso de su ausencia y de sus propias culpas. El olor a café que circulaba en la sala le recordó aquellas mañanas juntos antes del accidente. Cerró los ojos un instante, imaginando su mano sobre la de él.Leonard bajó un poco la voz, como compartiendo un secreto con la audiencia:—He aprendido, en este tiempo de amnesia, que la vida es frágil y cada recuerdo es un tesoro. Agradezco a quienes me han ayudado a recuperarlos, y a los sobrevivientes que lucharon por salir de la selva. Mi compromiso es honrar su valentía y seguir adelante.El aplauso fue inmediato, un estruendo contenido por la solemnidad del momento. Leonard esbozó una leve sonrisa, se apartó del micrófono y dio un paso atrás. La luz tras él proyectó su sombra alargada sobre la alfombra roja.Alessia, con el pecho oprimido, se unió
Capítulo 136Recuerdos que duelen.El vehículo donde viajaba Leonard giró en la calle 42 y se internó en un barrio más tranquilo, donde los edificios de oficinas cedían paso a fachadas residenciales. Iván esperaba en la entrada de un modesto loft, apoyado contra un coche deportivo negro. Al ver el vehículo de Leonard, retrocedió un paso, la tensión marcándole el semblante.Leonard bajó con paso firme. La corbata ladeada, el abrigo rozando el suelo, Iván le estrechó la mano con fuerza.—¿Cómo te sientes? —preguntó con voz grave.—Cansado —respondió Leonard—, pero vivo. Y con ganas de recuperar cada segundo perdido.Iván asintió. Le llevó al interior del loft, donde una mesa larga ya estaba cubierta de mapas de vuelos, planos de terminales aéreas y fotografías recientes de Anthony. Alessia había dejado allí anotaciones apresuradas: números de serie de maletas, nombres de cómplices posibles, rutas de escape.Leonard recorrió la mesa con la mirada, paladeando cada recopilación de informac
Capítulo 137Reunión familiar.El portón de hierro se abrió con un crujido suave cuando Leonard y Alessia llegaron al departamento. La luz dorada del ocaso se filtraba por el vestíbulo, proyectando sombras alargadas sobre el mármol pulido. Él sostenía la mano de ella con firmeza, como si temiera que el momento se desvaneciera antes de llegar a su destino.—Ya casi estamos —susurró Leonard, apretando su mano—. ¿Lista?—Más que nunca —respondió Alessia, dibujando una sonrisa que iluminó sus ojos—. Vamos.Ascendieron por la escalera de caracol que conducía al piso principal. El aire olía a cera de abedul y a un leve toque de lavanda, recuerdo de la limpieza que había hecho Nadia esa misma mañana. Cuando Alessia introdujo la llave en la cerradura, sintió un pequeño cosquilleo en el estómago, mezcla de anticipación y nervios.Al abrir la puerta, fueron recibidos por un golpe de calor y un murmullo familiar. Nadia, la nana, apareció al instante, dejando a un lado el trapeador y el balde de
Capítulo 138 Completamente sola.El aire en el apartamento que alquiló Tony estaba denso, cargado de humedad y una tensión cortante. La tormenta que había amenazado durante toda la tarde finalmente explotó en un aguacero que tamborileaba furiosamente contra las ventanas. Dentro, las luces parpadeaban brevemente, como si también ellas temieran la intensidad de lo que estaba por estallar.Tony caminaba de un lado a otro de la sala, descalzo, su cabello húmedo cayéndole en cascada sobre la frente. Vestía un pijama que constaba de una camiseta holgada que le llegaba a medio muslo y unos pantalones de algodón Color celeste. La impaciencia hervía en su sangre; sentía que cada segundo que pasaba, estaban más cerca de perder el control y ser atrapados. Pero claro que eso sería algo que no permitiría. Por su parte, Camila estaba mas desequilibrada que nunca. Sabía que el tiempo seguía transcurriendo y mientras eso pasaba, Leonard se alejaba más de ella, de su control, de su amor —o de lo q
Capítulo 139Rastros de una tormenta interna.El pasillo del hotel de mala muerte olía a humedad, a moho y cable quemado.Iván apretó el puño contra el cristal empañado de la pantalla portátil mientras observaba cada unade las Iván apretó el puño contra el cristal empañado de la pantalla portátil mientras observaba cada unade las imágenes que allí se mostraban. La lluvia, invisible tras el cristal de la cámara de seguridad, parecía bailar sobre el pavimento sin color.—Ahí está —murmuró, casi para sí mismo—. La mujer del cigarrillo, gabardina oscura y maleta roja.La silueta se deslizó por la rampa de entrada al estacionamiento subterráneo. La grabación crujió con un eco metálico cuando la puerta del garaje bajó lentamente, tragándose a la figura de la mujer. Iván guardó el dispositivo en el maletín de cuero gastado y salió del cubículo con paso firme. Afuera, la tormenta descargaba con furia. Los faroles arrojaban círculos amarillentos sobre el asfalto inundado.Subió a su coche si
Capítulo 140 El precio del engaño.La noche había caído sobre Manhattan como un velo pesado y espeso. El mar, apenas visible desde la colina, era un bloque de tinta oscura salpicado por la luz temblorosa del faro lejano. El viento húmedo traía consigo olor a sal, a mangle y a tormenta.Leonard avanzaba entre la maleza junto a Iván, los dos vestidos de negro, empapados por la llovizna persistente. Sus botas se hundían en el lodo blando, y cada paso hacia el viejo almacén parecía más pesado que el anterior. Pero no había vuelta atrás.—Está allí —susurró Iván, señalando la estructura oxidada al pie de la colina—. La señal se estabilizó hace media hora. No se ha movido desde entonces.Leonard asintió con los labios apretados. Una punzada de ansiedad le recorrió el pecho, no por el miedo, sino por la certeza de que todo estaba a punto de estallar. Camila estaba dentro. Y también las respuestas que necesitaba. —Vamos por el flanco izquierdo —indicó Leonard, sacando el arma que Iván le ha