CAPÍTULO 133. Una obsesión enfermiza.
Capítulo 133
Una obsesión enfermiza.
En el silencio roto apenas por el golpeteo monótono de la cafetera, Camila permanecía sentada en el amplio salón del loft de Isla de Montelago.
Afuera, el amanecer despuntaba tras el mar: una franja tenue de luz rosada que se filtraba por los ventanales, trazando destellos sobre la elegante madera clara del piso.
La brisa marina colaba su salitre y un leve olor a algas, mezclándose con el aroma fuerte del café recién hecho que ella sostenía entre las manos. Cada sorbo—amargo, tibio—le recordaba a la mañana en que Leonard se marchó sin mirar atrás, dejándola sola con sus temores.
El zumbido del ventilador de techo y el susurro de las cortinas al moverse marcaban el ritmo de sus pensamientos. A su alrededor, la decoración minimalista: un sofá de lino blanco, un par de jarrones con flores exóticas de la isla, y la mesa baja donde la noche anterior había estallado la copa de vino, ahora recogida y limpia, como si quisiera borrar aquella pérdida de a