La junta de emergencia en la matriz de CIRSA, bajo la calma implacable de Theresia, continuó por horas. La atmósfera se mantuvo tensa, pero ahora con un propósito: la búsqueda de una solución. Ludwig, silenciado por la presencia de su exesposa, apenas intervenía, sus ojos vagando por la sala, su cuerpo inquieto en el asiento. Era un fantasma en su propia empresa, un hombre despojado de su autoridad por sus propios errores.
Theresia, con esa "delicadeza" que ordenaba obediencia, guiaba la conversación. No perdía el tiempo en recriminaciones, ni en reproches inútiles. Su enfoque era puramente pragmático. —¿Cuáles son las opciones? —preguntó, su voz clara, dirigiéndose al Asesor Legal y al Contador Jefe—. Necesitamos una estrategia que minimice el daño legal y financiero, y que proteja el nombre de CIRSA. No solo su viabilidad. Su reputación.
El Asesor Legal propuso una serie de medidas drásticas: la reestructuración completa del departamento financiero, la negociación con las autoridade