Yago, aún sorprendido por la inesperada presencia de Albert y la intrusión de su madre en su vida privada, agradeció el gesto con la mayor cordialidad que su agotamiento le permitía. La idea de comida, por más que su estómago estuviera revuelto, era un atisbo de normalidad que, extrañamente, agradecía.
—Gracias, Albert —dijo Yago, intentando sonar más animado de lo que se sentía—. ¿Qué se ha preparado para cenar?
Albert asintió con su usual aplomo, como si servir a un CEO en medio de una crisis mediática fuera una noche más. —Señor, he pedido a la cocina que le prepare cereal con leche. También tengo entendido que le gusta la leche deslactosada light, así que me aseguré de que tuviéramos un nuevo cartón. Además, le tenemos unas sincronizadas de queso Gouda preparadas, recién hechas.
Yago frunció el ceño, una chispa de sorpresa genuina se encendió en sus ojos cansados. La leche deslactosada light era un detalle que muy pocas personas conocían, una preferencia muy particular que solo su