EXTRA XXIII. FUEGO EN EL PATIO AJENO
NARRADORA
Se había encontrado con su hija mayor y Lyra en el pueblo del feudo y, por suerte, Lavinia soltó toda la sopa antes de llegar aquí.
No podía contactar con su hermana y ya estaba entrando en pánico, cuando vio a su madre, fue como ver los cielos abiertos, a pesar de saber que no se libraría del regaño.
—Vengan acá, miren el espectáculo que hemos dado frente a los reyes. Elliot, termina de ser tan irracional. ¡Y cambia de una puñetera vez!—. Katherine agarró a sus hijas y le gruñó a su esposo.
A Amara fue a la que más fuerte agarró de la muñeca para que no fuese con su mate, o regresarían de nuevo al enfrentamiento.
La lycan se justificaba llorando, Lavinia intentaba interceder, Elliot en pelotas, Beof casi en pelotas, sangrando y pensando en qué decir para defenderse en el juicio que le venía encima:
«Suegrito, su hija me bailó semidesnuda en un burdel y se iba a acostar conmigo haciéndose pasar por meretriz. ¡Imposible resistir tanta tentación, la carne es débil!»
Ni a