437. ¿VAS A NEGOCIAR O A LA GUERRA?
NARRADORA
Silas miraba obsesionado a la mujer que cabalgaba sobre su cuerpo, dándole tanto placer que lo tenía jadeando y gimiendo de lujuria.
Cada vez que esa funda mojada lo engullía y escupía, creía ver las estrellas y el firmamento entero.
Sigrid se inclinó sobre su pecho y aumentó la cabalgata; sus nalgas rebotaban vigorosas con sus sensuales meneos.
Silas tomó sus pechos tiernos y se los acarició, toqueteándolos lascivamente; se incorporó en un momento, semi sentado, mientras ella se aferraba a sus hombros y se lo follaba deliciosamente.
Abrió su boca y chupó con deleite las rosadas aureolas; su lengua jugaba con los pezones erectos.
El sabor de su sudor lo enloquecía, sus gemidos apresurados y el estremecimiento de su cuerpo cuando se corrió con su polla adentro.
—¡Silas! —Sigrid gimió alto, derramándose, los labios entreabiertos, las pupilas de loba estrechándose; estaba a las puertas de su celo.
Tomó el cabello como rayos de luna y Silas enseguida expuso su cuello mientras la