360. EL PISO DE LAS MARGINADAS
KATHERINE
Su mano subió y acarició mis labios entreabiertos, delimitando el borde, sin dejar de devorarme con la mirada cargada de promesas y deseos.
—¿Cuáles, cuáles módicos servicios en tu alcoba?, ¿quieres que limpie? —le pregunté haciéndome la tonta.
Recordando los últimos servicios íntimos, que ni me había pagado por ellos.
— Pft, creo que sabes muy bien lo que quiero de ti. Te he dado placer esta noche y me has dejado con las ganas varias veces —se inclinó para susurrarme seductor.
—. No creo que tengas problemas para ganarte esos cheques, mi Duquesa.
Y con esa propuesta indecente, agarró mi mano y nos condujo por el bosque hacia la mansión.
Lo seguí en silencio, mi cabeza a punto de echar humo pensando en todas las indirectas y a dónde llevaban.
Ambos estábamos hechos un desastre, al salir a los terrenos del jardín, las personas que se nos cruzaban nos daban miradas raras, pero Elliot no se detuvo a ofrecerles ninguna explicación.
Se había apaciguado el sonido de la música en el