292. TODO ME LO ENSEÑASTE TÚ
DRAKKAR
El sabor de su sudor resbalaba por mis papilas mientras lamía su piel brillante, bajando por su cuello.
Recostado a ella, sobre las pieles, me sentía siempre tan tosco, con miedo a lastimarla en mis ansias primitivas de poseerla.
Mis manos rugosas tocaron esos senos perfectos y suaves, apretándolos para llevar el pezón a mi boca hambrienta.
Los jadeos de Ly resonaban por encima de mi cabeza; cuidando de no aplastarla con mi peso, cerré los labios sobre esos picos deliciosos.
—Gggrr —un gruñido brusco se escapó de mi boca que mamaba pervertidamente de sus pechos.
De aquí comerían mis cachorros, pero ahora eran míos, solo míos, y disfruté devorándolos como un animal en celo.
El calor de su coño restregándose contra mi abdomen y el aroma al apareamiento que desprendía me tenía duro a rabiar.
La lengua se me enredaba en las areolas y recorría los pequeños montículos, perdido en la lujuria.
—¡Aahh! —un gemido profundo escapó de Lyra y me temí estarla apretando demasiado.
—Ly, ¿te l