277. OSCURO PECADO
LAVINIA
Intenté contener mis gemidos mientras esas manos frías apretaban mi cuello y bajaban por mi pecho lentamente.
Mis pezones ya estaban endurecidos solo por la expectativa de recordar lo bien que se sentía ser tocada por él.
Garras peligrosas se extendieron sobre mis senos como las de una bestia al acecho.
Su respiración caía pesada al lado de mi oído y mi corazón martillaba cada vez más rápido.
Sin poder ver, en completa oscuridad, cada roce era un detonante para mi lujuria.
—Mnnn —mascullé mordiéndome el labio inferior cuando la piel fruncida fue rodeada peligrosamente y dos dedos pellizcaron mis pezones, dándoles deliciosos tironcitos.
Jadeos escaparon de mi boca cuando una lengua rodeó la concha de mi oído, me lamió como un animal salvaje y se coló en el interior.
—Mi amada mujer… quiero ver cuánto tiempo vas a fingir pudor…
La voz ronca de Laziel me hacía estremecer entre las piernas, mi núcleo palpitaba sin cesar.
Siseó y me apretó los senos; arqueé mi espalda y un gemido a