224. NADIE TOCA LO QUE ES MÍO
VICTORIA
Cuando salí de la habitación, me estaba esperando recostado a la pared.
—Estoy lista… señor —le dije entre dientes.
—Vamos, entonces —respondió, y sin darme tiempo a nada, su mano enorme se encerró en la mía.
Mi corazón traicionero dio un vuelco.
Admito que no esperaba que me llevara a su lado.
Esto era impropio por todos lados, más para el amo de estas tierras.
Cuando bajamos hasta la entrada, el posadero nos estaba esperando y sus ojos descendieron a nuestras manos entrelazadas.
Pero, hombre sabio, no dijo palabra al respecto.
—Su señoría, aquí tengo la capa que encargó en la tienda —le pasó una hermosa capa roja de piel mullida.
—Bien, la cuenta ha sido saldada. Nos marchamos.
El hombre se deshizo en palabras de elogios mientras salíamos por la puerta en dirección al establo.
Sin embargo, era obvia su cara de alivio por haberse librado del jefe malhumorado.
En la parte trasera, el mozo ya nos acercaba un hermoso caballo negro.
—Ven, te pondré tu capa.
Draco se detuvo fren