211. ¡QUÉ NOMBRE MÁS FEUCHITO!
VICTORIA
Me cansé de resistir y de chillar.
Era obvio que nadie me salvaría y que yo misma podía hacerlo, pero mi corazón me traicionaba.
Después de llevarme a cuestas por varios minutos, se detuvo al borde de un tejado y me bajó.
Movía sus manos por mi cuerpo, estrujando mi vestido, pegándome a su cuerpo sin perder oportunidad de manosearme.
—Esto se llama secuestro, señor Lord, ¿ahora qué haces?
Ni siquiera me respondió y me hizo girarme de espaldas a él, para sentarme sobre sus piernas.
Se recostó contra la fría pared de una chimenea, entre las dos aguas del tejado, y me jaló hacia su pecho.
—Sshh… joder, buen rodillazo que me diste en las pelotas, fiera salvaje —siseó cuando mis nalgas se encajaron sobre su abultada entrepierna.
—Entonces déjame levantarme —me removí aún más sobre ese bulto que ya se endurecía.
—Mmn, te sigues restregando así y no me responsabilizo por las consecuencias.
Su gruñido excitado sopló en mi oído, estremeciéndome.
Admito que mi cuerpo traidor ardía en