210. LA ESCLAVA REBELDE
VICTORIA
Estaba tan enojada y confundida.
No se movió, ni dijo palabra, oculto en el otro extremo del callejón, en la oscuridad casi impenetrable.
Pero sus ojos intensos, de ese avellana que brillaba en un hermoso ámbar, lo delataban.
Y el latido firme de su corazón, que se iba acelerando como si estuviese nervioso.
Puras patrañas. No me dejaré convencer más por las señales estúpidas que creo captar de este lobo.
—Estoy harta de tu rollito de tipo duro. Vete a la mierda si no me quieres hablar…
Esa frase estaba como para que me cortara la cabeza por tratar así al dueño de estas tierras, pero me puede besar una nalga ese prepotente.
Di media vuelta dispuesta a marcharme.
—¿Por qué llorabas? —su voz ronca me preguntó de repente—. Estabas triste… ¿no dijiste que te gustaba tu amo? ¿Escapaste de él porque te maltrata? ¿Le temes?
Esas últimas preguntas salieron silbando entre dientes.
Me quedé por un segundo dándole la espalda, suspirando, solo deseando alejarme.
—La relación con mi amo no