198. ÉL ES MI ENEMIGO
VICTORIA
¡Diosa, cuánta fuerza!
El desgraciado frente a mí se congeló.
Yo creo que hasta su cosita se meó del miedo.
Con un rugido bestial fue agarrado del cuello y subido por los aires, separándolo de mí.
A través de la luz que entraba por las telas abiertas, vi toda la escena salvaje.
Ni siquiera se había convertido por completo en su lycan, pero el Alfa le hundió las fauces a medio formar en la garganta, arrancándole la tráquea.
El aullido se quedó ahogado en el pecho del teniente.
Los rugidos de lucha atrajeron a algunos soldados afuera, hasta donde ese hombre salvaje sacó arrastrando el cadáver.
Frente a la mirada silenciosa de todos, le arrancó con las garras la cabeza.
Había visto en mi vida muchas escenas crudas.
Mi propio padre era un ser bastante sanguinario, pero el Lord podía rivalizar con su veta sádica.
—¡Que nunca pase por la mente de ninguno de ustedes hacerle algo tan despreciable a una mujer! —rugió con la voz deformada por su lobo.
Los guerreros bajaron la cabeza.