—¿Cómo te atreves a interrumpir esta subasta? ¿Acaso tienes ganas de morir? —gritó el presentador desde el escenario, el cual estaba muy enojado, mientras miraba con desdén al hombre solo que acababa de entrar en su pesadilla subterránea.

Jaden ni siquiera lo miró, pero el sonido de sus botas resonó en el frío suelo de mármol mientras caminaba derecho hacia Hannah, quien se encontraba con las muñecas atadas y los ojos abiertos por la incredulidad.

—Jaden... —Su voz se quebró cuando las cuerdas se desprendieron de su piel enrojecida y en cuanto estuvo libre, se abalanzó en sus brazos, diciéndole: —Jaden, realmente viniste... —Su cuerpo tembló contra su pecho, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.

Él la abrazó con un brazo, firme y cálido.

—Está bien, ahora estás a salvo.

—Pero... Julie... ellos tienen a Julie —jadeó Hannah, apartándose, asustada.

—Ella está a salvo —dijo Jaden con calma, apartándole un mechón de cabello de la cara —, ya me encargué de ella.

Ella soltó un