Rider retrocedió a tropezones, respirando con dificultad. El sudor se le pegaba a las sienes mientras los gritos de la multitud se desdibujaban hasta convertirse en estática de fondo.
Pero no era el agotamiento lo que lo dominaba. Era miedo.
Algo en Jaden Rift no cuadraba. Sus ojos... no eran los de un simple combatiente. Eran algo mucho más oscuro... algo antiguo. Tranquilo. Implacable. Inevitable.
Y entonces repitió esas palabras.
—¿Te acuerdas de la mujer que saltó de un edificio hace diez años?
El recuerdo golpeó a Rider como un rayo recorriéndole la columna vertebral. Se acordaba.
Esa noche había empezado como una broma. Una fiesta. Un reto. Una suite privada. Risas. Gritos tras el cristal.
Recordó estar de pie al borde de la azotea. Viéndola llorar. La mujer había suplicado. Rogado.
Y ellos se habían reído.
Apretó los puños y la sangre se le subió a la cara.
—No —gruñó—. Eso no fue nada. Solo otra baja colateral. ¿Crees que me importa...?
—¡CRAC!
El puño de Jaden se estrelló cont