Dentro de sus aposentos privados a bordo del Érebo, la inmensa nave crucero oculta con camuflaje sobre la órbita de la ciudad, Jaden estaba sentado con las piernas cruzadas, bañado por una suave iluminación color ámbar. La habitación era minimalista, tranquila; un marcado contraste con la tormenta que se gestaba fuera de sus muros de acero.
Mantenía los párpados cerrados en meditación, pero su mente estaba alerta. Un elegante auricular negro parpadeaba débilmente en su oído derecho.
—El barrido del perímetro del Sector Doce está completo. Sin irregularidades —informó una voz femenina y nítida; era Hope, estacionada en el cuadrante este de la nave.
—El Sector Cuatro también está limpio —intervino otra voz, más ronca y despreocupada, pero inconfundiblemente atenta. Era Drax, en algún lugar profundo de la cubierta inferior... masticando ruidosamente.
—¿Es en serio, Drax? ¿Comiendo durante un reporte de seguridad? —reprochó Hope, con la molestia obvia en su tono.
—El pollo no se va a comer