Roberto
No debería sentir algo por la mujer que llora sin control frente a mí, pero algo dentro de mí se conmueve, a lo mejor es porque a pesar de todo lo que hizo sigue siendo la persona que me trajo al mundo y sin pensarlo la rodeo con mis brazos. Siento como sus lágrimas mojan mi camisa y al darse cuenta se aleja de mí, me mira con pánico, lo que me hace preguntar a qué torturas fue sometida todos estos años.
—Disculpame, mira como te he dejado. Voy a buscar con que limpiar tu camisa—me dice después de poner una distancia prudente.
—No se preocupe, señora—digo y veo el dolor en sus ojos cuando me escucha como la he llamado.
—Se que no puedes llamarme mamá o madre, eso lo entiendo, y nunca te lo pediría porque no tengo derecho a eso. Por favor, llámame Isabella—me dice la mujer frente a mí y veo su dolor.
—Como diga, señora… digo Isabella. ¿Me puede explicar eso de que quiere enmendar sus errores antes de que se muera?—le pregunto y veo como toma un leve suspiro antes de contest