Isabella
No pude resistirme a ver a Francesco, así que le robé la dirección a mi salvadora y ahora estoy aquí, frente al edificio donde vive el hombre que más amé y al mismo más odio. No lo puedo culpar por todo lo que pasó entre nosotros pues la mayor culpable de todo este desastre soy yo.
Los años en que me mantuvo en cautiverio me han servido para reflexionar todas mis acciones y es hora de enmendar mis errores.
Espero en la pequeña cafetería que está al frente de su edificio, decido por un espresso mientras espero su llegada. Oh mi querido Francesco, que tanto daño nos hemos hecho.
Los recuerdos me invaden y recuerdo el día que me pidió que fuera su novia. Era su cumpleaños, cuando cumplió la mayoría de edad, recuerdo como ese joven de ojos azules me miraba como si yo fuera su mundo entero. Y a partir de ese día ya nuestro destino estaba marcado.
Ese día me sentí la mujer más afortunada del mundo, el chico más guapo de todo Piamonte había confesado que estaba enamorado de mí