Capítulo 67. Confesiones y reacciones.
Shane Robinson
No puedo moverme. No puedo ni parpadear.
La palabra envenenada sigue rebotando en mi cabeza como si se hubiera incrustado ahí y no encontrara la salida. Siento un zumbido en los oídos que me apaga todo lo demás. Me recorren mil emociones a la vez, y ninguna buena.
—¿Qué… dijiste? —Mi voz sale más áspera de lo que esperaba, me cuesta empujarla fuera de mi garganta.
Mi hermano no aparta la mirada, y eso solo empeora todo, porque no parece estar bromeando. No parece estar intentando convencerme. No hay sarcasmo, no hay maldita exageración de su parte. Solo esa maldita calma resignada que me revuelve las entrañas.
—Escuchaste bien.
El aire se me hace pesado. Me paso una mano por la nuca, queriendo arrancarme de un tirón la tensión que se me enreda entre los músculos.
«Envenenada. Ivanna estaba siendo envenenada».
La mujer que juré proteger y a la que, según mi propio hermano, estaban matando lentamente mientras yo dormía tranquilo sin tener idea de nada. De quien estuve lej