Ivanna Taylor.
El beso no es suave. No es cuidadoso. No hay espera ni permiso.
Shane se lanza como si hubiera estado al borde del abismo y yo fuera lo único que lo sostiene. Su boca choca con la mía con fuerza, con rabia contenida, con la urgencia de quien ha callado, o esperado, demasiado. No es dulce, es desordenado y furioso. Necesitado. Urgido.
Su lengua me encuentra sin vacilar, y yo la recibo con un gemido ahogado que se me escapa sin querer. Lo odio. Odio la manera en que a pesar de todo no puedo negarme.
¿Qué dice de mí el estar cayendo con él cada maldita vez? No debería. Mierda, no puedo hacerlo.
Pero no sé cómo evitarlo. Lo deseo. Lo he deseado todo este tiempo. Y sigo amando todo eso que se esfumó, no sé si por nostalgia, por añoranza, o melancolía, pero Shane es lo que llevaba todo este tiempo sin poder superar, pero a lo que me negaba a ceder.