Al llegar a la puerta de casa, Ethan se volvió hacia Nora con irritación:
—Ya estoy en casa. ¿Por qué me sigues?
—Si Lucy te ve...
Antes de que pudiera terminar, Nora lo interrumpió:
—Solo acompáñame un poco más.
—Al fin y al cabo, me prometiste cenar conmigo hoy.
El rostro de Ethan se suavizó ligeramente:
—Espérame aquí. Solo saludaré a Lucy.
Antes de entrar, Ethan se cambió la chaqueta y fumó un cigarrillo para ocultar el perfume de Nora que impregnaba su ropa.
Solo después de completar este ritual empujó la puerta con alegría:
—¡Lucy! ¡Estoy en casa!
Pero el recibimiento que esperaba no llegó. La sala estaba vacía y silenciosa.
Un presentimiento heló su sangre. Corrió hacia el dormitorio:
—¡Lucy! ¿Lucy?
Tampoco estaba allí. No solo ella había desaparecido, sino también todo rastro de su existencia.
Los regalos que le había dado, sus tazas de pareja, las horquillas que ella usaba a diario...
Todo había desaparecido.
Como si Lucy nunca hubiera existido.
La ira le nubló la v