*—Uriel:
Su amado levantó la mirada con ojos hambrientos, su aliento cálido y húmedo envolviéndolo, pero entonces, sintió algo aún más íntimo.
Danny descendió un poco más, separando sus piernas con las manos. Lo miró a los ojos antes de hundir el rostro entre sus muslos, y Uriel se quedó sin aire cuando sintió la lengua cálida y húmeda recorrer la delicada piel de su entrada. Su cuerpo entero se estremeció. No se lo esperaba. No así. No tan directo, tan íntimo, tan carnal.
—Ah… Danny…
Danny lamía con lentitud, primero en círculos, luego presionando suavemente con la punta, abriéndolo con su boca, preparándolo con una devoción que lo dejó sin aliento. Cada movimiento era preciso, exquisito, provocador. Uriel temblaba de placer, de deseo, y de la certeza de que esta vez sí iba a ser real. Que lo que había entre ellos no era solo lujuria o nostalgia, sino necesidad.
Su amante llevó los dedos a su boca y los humedeció con saliva antes de reemplazar lentamente su lengua. Uno, luego