*—Uriel:
Un suspiro cargado de ternura escapó de lo más profundo de su ser mientras contemplaba a su amado, recostado a su lado y sumido en un sueño apacible en aquella hermosa mañana. Todo había sucedido tan rápido que todavía le costaba creer que aquello fuera real.
Su mirada descendió hasta la mano que descansaba sobre el pecho de Danny, donde las sortijas relucían al atrapar la luz tenue que el rocío filtraba a través de los ventanales de cristal. Una suave risa se deslizó de sus labios, y Uriel se acomodó, apoyando la cabeza sobre el cálido pecho de Danny, dejándose arrullar por el compás sereno de su respiración.
Cerró los ojos, dejando que la calma lo envolviera.
Durante años, y después de todo lo que ocurrió cuando eran unos adolescentes insensatos, había creído que la felicidad no volvería a tocar su puerta. Vivió como quiso, refugiándose en amantes pasajeros, relaciones vacías, buscando solo contacto físico y evitando cualquier lazo verdadero. Había roto corazones de conocid