*—Danny:Con la confesión de Danny, donde este e dijo a su amado que no quería que se alejaran y que tampoco terminara, Uriel echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en su hombro. Giró el rostro apenas, lo suficiente para mirarlo con esos ojos azules que siempre lo habían atrapado.Danny sonrió suavemente antes de inclinarse y rozar sus labios con los suyos. Un beso ligero, apenas una caricia, pero Uriel tembló bajo su toque, y eso fue todo lo que Danny necesitó para encenderse como una antorcha.Giró su cuerpo entre sus brazos y lo besó con urgencia, con hambre. Se apoderó de su boca, presionando su cuerpo contra el suyo mientras su lengua buscaba la de Uriel en una danza que conocía demasiado bien.Uriel jadeó contra sus labios, pero no se resistió. Sus manos subieron hasta su pecho, aferrándose a su camisa como si él fuera su único ancla en ese momento.Los besos se volvieron más intensos. Sus respiraciones entrecortadas llenaron la oficina, el sonido de sus labios encontránd
*—Danny:Se quedaron mirándose, perdiéndose en los ojos del otro. Ambos tenían que trabajar, seguir con sus vidas, pero el aire estaba cargado de tensión. Danny no quería romper el momento. No esta vez.Danny inclinó la cabeza y buscó por enésima vez en aquella tarde sus labios, saboreándolos con una mezcla de ansia y ternura. Lo rodeó con más fuerza en sus brazos y lo besó con pasión desbordante. Los besos anteriores habían sido pausados, exploratorios, pero esta vez lo devoró con un hambre acumulada por días, como si Uriel fuera el único manjar capaz de saciarlo.Lo empujó con suavidad hasta que su espalda chocó contra el escritorio. Uriel jadeó y se aferró a su cuello, profundizando el beso, sus caderas moviéndose con una fricción lenta pero intencional. Danny exhaló un gemido ronco contra sus labios, el calor de su cuerpo encendiéndolo más de lo que debería en un lugar como ese. Su oficina no era el sitio ideal para dejarse llevar, pero la tentación era demasiado fuerte.La
*—Uriel:Estaba emocionado por la cita de esta noche.Uriel había salido con muchas personas, claro. Nunca había ocultado que disfrutaba del sexo libre, sin ataduras ni promesas. Era un alma hedonista, sensual por naturaleza. Pero citas formales… de esas que te hacen revisar el clóset dos veces, perfumarte con cuidado y hasta cuestionarte si afeitarte completo o no… hacía años que no tenía una. Danny era el único con quien había compartido algo serio, íntimo de verdad. Así que sí, estaba emocionado. Nervioso, incluso.Sin embargo, no podía presentarse a esa cita sin prepararse como correspondía. Había pasado tiempo desde que intimaron a fondo, desde aquella vez en el club Oscuro, y aunque no había vuelto a usar ese espacio para encuentros sexuales, esta noche planeaba hacer una excepción. Quería que todo fuera perfecto. Que Danny lo recordara. Que se perdiera en él, como antes.Con esa idea clara, se dirigió a su tienda favorita: un paraíso del erotismo, donde la lujuria y el
*—Uriel:Como era la hora del almuerzo, Uriel fue a un restaurante cerca de la firma, comió algo ligero y, cuando llegó el momento de regresar, volvió caminando hacia la oficina con paso tranquilo.Entró silbando, de buen humor, saludando a algunos compañeros que se cruzaban en su camino mientras marchaba hacia su oficina, pero al llegar a su destino, notó algo extraño: Erik, que estaba en su escritorio justo fuera de la oficina, se levantó de golpe como un resorte. Su expresión era tensa, casi nerviosa.—¿Pasa algo? —preguntó Uriel, frunciendo el ceño.—Baja la voz —murmuró Erik, mientras lo apartaba de la puerta con urgencia—. Escucha, tienes un visitante.Uriel arqueó las cejas, sorprendido.—¿Un visitante? ¿Otra vez el señor Hahn? Ese hombre no se cansa…—comenzó a decir, quejándose, pero Erik le quitó las bolsas que traía en las manos—. ¡Oye! ¿Qué haces? —preguntó, confundido, al ver cómo Erik escondía las bolsas detrás de su escritorio.—Todos saben que eres homosexual, Ur
*—Uriel:Quizá no debió haber venido en su propio vehículo, pero como vivían tan alejados el uno del otro y aún no habían definido la dinámica entre ellos, al final Uriel decidió conducir hasta el lugar de encuentro: Day&Night, el nuevo club nocturno de la cadena de Damien.Había participado en su diseño, había opinado sobre cada rincón, cada luz, cada textura, pero nunca había vuelto desde entonces. Se había saltado la inauguración, pues ya que fue para ese entonces cuando Uriel se había legado con Danny y sus queridos amigos le habían ocultado que Danny iba a trabajar para Damien. Pero claro, esta noche... esta noche era diferente.Esta noche no se trataba del pasado. Era la oportunidad de construir un recuerdo nuevo, uno que valiera la pena atesorar.El corazón le latía rápido, demasiado rápido. Hacía años que no tenía una cita, que no empezara con miradas en un bar y terminara con ropa en el suelo. Sus encuentros habían sido fugaces, sin compromiso, sin historia, como si e
*—Uriel:—¿Sabes…? —comenzó a decir Uriel, ignorando la música que sonaba en el club—. Esto es divertido —le dijo a su novio, y Danny arqueó las cejas, viéndose confundido. Uriel sonrió—. Nunca pensé que, veinte años después, tendría una cita contigo. Más bien… —Uriel se rio divertido—. No soy una persona de citas.Danny sonrió.—Sí, yo tampoco, pero… —le tomó las manos entre las suyas—. Me gusta que hayamos decidido tener una cita después de tanto tiempo —alzó sus manos y le dio un suave beso a cada una—. Sin embargo, te seré sincero —agregó, y Uriel arqueó las cejas, esperando ver con qué salía su novio—. Es un poco incómodo. No es que me sienta incómodo contigo, no, no es eso, es solo que… —Danny hizo una mueca—. Ha pasado tiempo desde que salí con alguien.Eso le sacó una carcajada a Uriel. Era obvio, había estado casado.—Dah, estabas casado —le recordó Uriel divertido.—Sí, pero… —Danny movió la cabeza—. ¿Quieres que sea muy sincero?—No te esforzaste con Erika, ¿eh? —se
*—Uriel:En el ascensor, apenas se cerraron las puertas, Uriel se colgó del cuello de Danny, lo atrajo hacia sí y lo besó con hambre. El beso fue húmedo, rudo, lleno de ganas contenidas. Las carcajadas y murmullos de los otros clientes en el elevador apenas les hicieron cosquillas en el oído. A Uriel le daba igual. Ese club era un espacio libre, nadie iba a escandalizarse por un par de hombres besándose como si quisieran devorarse.Cuando las puertas se abrieron en el estacionamiento subterráneo, Uriel no dudó en tirar de Danny, sacando el control remoto de su bolsillo para desbloquear el auto. Caminaban apresurados, casi tropezando con la urgencia que les hervía en la sangre. Sin embargo, al llegar al coche, en lugar de ir hacia los asientos delanteros, Uriel abrió la puerta trasera. Danny lo miró alzando una ceja, divertido. Uriel no dijo nada, pero el mensaje era claro: no llegarían a casa.Danny soltó una risa ronca y obedeció. Se deslizó en el asiento trasero, recostándose
*—Danny:Se caló una gorra en la cabeza y se miró en el espejo, evaluando su aspecto con una mirada crítica.La noche anterior, Uriel le había pedido que se vieran temprano en la mañana y le sugirió que llevara ropa cómoda o deportiva. Danny, como era de esperarse, no tardó en sacar sus propias conclusiones: seguramente Uriel planeaba una cita al aire libre o algo por el estilo. Además, recordaba la expresión triste que su novio había tenido en el club, cuando tocaron el delicado tema de su familia y mencionaron a Nathaniel.La invitación repentina y la petición de vestimenta casual reforzaban su teoría: probablemente irían a algún lugar de bateo. Así que Danny eligió un pantalón deportivo gris, una camiseta negra ceñida al cuerpo y sus mejores zapatillas de entrenamiento. Como toque final, se colocó una gorra azul marino de su equipo favorito, acomodándola con gesto decidido.Una vez listo, se sentó a esperar mientras bebía una taza de café humeante. Era probable que desayunar