*—Danny:
El corazón de Danny se aceleró.
Habían pasado días desde la última vez que se vieron y compartieron aquel beso. Después de eso, sus interacciones se limitaron a mensajes esporádicos. Uriel siempre decía que estaba ocupado, pero nunca especificaba en qué. Danny no lo presionaba, aunque la incertidumbre lo carcomía por dentro.
Uriel saludó con un gesto a los demás antes de deslizarse en la silla vacía junto a Danny, acercándola más de lo necesario. Su fragancia lo envolvió de inmediato, y su cercanía encendió su piel con una reacción instintiva.
—No tenía idea de que vendrías —comentó Damien con curiosidad—. Me dijiste que estabas ocupado.
—Lo estaba… pero ya no —respondió Uriel con una sonrisa pícara antes de volverse hacia Danny—. Hola, perdido.
Su voz tenía un matiz provocador, un tono bajo, íntimo, que le hizo estremecer.
Danny sintió el calor subirle a las mejillas. Su primer instinto fue desviar la mirada, pero se obligó a mantener el contacto visual y le devolvió