*—Danny:
Al entrar al de caballeros, vio a un hombre lavándose las manos en el lavabo y un cubículo cerrado.
Lo supo de inmediato. Uriel estaba ahí.
Danny se apoyó en el lavabo y dejó escapar un suspiro, intentando ordenar su mente. No iba a presionarlo, pero necesitaban hablar.
Así que esperó.
El hombre lo miró raro mientras Danny esperaba en el baño, pero terminó marchándose justo en el momento en que la puerta del cubículo se abrió.
Uriel salió con pasos pesados, la cabeza baja y el rostro aún húmedo. Sus ojos, enrojecidos y vidriosos, delataban lo que había estado haciendo ahí dentro. Se había encerrado para que nadie lo viera, para que nadie notara su dolor, pero Danny lo vio y eso le estrujó el pecho.
Su amado no lo miró cuando se acercó a los lavabos y abrió la llave para lavarse la cara y las manos con movimientos tensos, casi desesperados, como si el agua pudiera borrar lo que sentía.
Danny se colocó a su lado, observándolo a través del espejo, buscando sus ojos, pero