*—Uriel:
Uriel bajó del jeep y respiró profundamente. Una bocanada de aire limpio lo envolvió de inmediato: el olor húmedo de la vegetación, la brisa salina proveniente del mar, el perfume silvestre de la tierra mojada. Naturaleza pura. Cerró los ojos un momento y sonrió. Vacaciones. Finalmente.
Detrás de él, los vehículos estaban estacionados en el amplio parqueo del complejo turístico. Todo lucía ordenado, elegante y al mismo tiempo rústico, con cabañas de madera oscura rodeadas de palmeras y caminos de piedra que se perdían entre arbustos floridos. Era un paraíso escondido.
La invitación había llegado de Damien. Una tarde, durante una de sus visitas amigables, donde estaban presentes Luc, Clayton y Layonel, Damien había comentado con naturalidad que había encontrado un lugar perfecto para desconectar y que quería compartirlo. Danny había aceptado al instante, y Uriel, sin pensarlo dos veces, también. Ambos necesitaban un respiro, lejos de la ciudad, del trabajo, de las responsabil