COSTELLO

Los ojos de Scotch se suavizaron.

—Realmente creciste en un mundo diferente.

Esperé a que siguiera con algo hiriente. No lo hizo.

—Toma —dijo, ofreciéndome una de las escopetas—. Si es tu primera vez, lo justo es que vayas tú primero.

Cogí el juguete y fruncí el ceño.

—No es mi primera vez con un arma.

—Lo sé —señaló un conejo morado grande y mullido—. Por eso mismo espero que me lo ganes. Venga, adelante.

Toda mi vida me habían exigido cosas. Mi padre quería perfección; un primogénito que gobernara como un rey de verdad, tal como él había aprendido. Los desconocidos querían dinero o favores. Todo lo que Scotch quería era un mu&