Mateo inmediatamente levantó a Valentina en sus brazos. —¡Que venga alguien! ¡Rápido! ¡Un médico!
Mateo salió cargando a Valentina.
Catalina miró a Ángel tendido en un charco de sangre. Sus manos temblaban mientras las lágrimas caían. —¡Ángel! Ángel, ¿por qué tuviste que interponerte para proteger a Valentina? Yo no quería quitarte la vida. Te entregué toda mi juventud y me traicionaste. ¡No me culpes, no me odies!
Luciana entró en pánico. —Mamá, tienes que recomponerte, Valentina no está muerta, nuestro plan fracasó.
Catalina miró a Luciana. —Luciana, él también es tu padre. Te crio durante tantos años, siempre te tuvo en la palma de su mano, ¿de verdad no sientes ninguna tristeza?
Luciana miró el cuerpo de Ángel en el suelo con frialdad y odio. —¿Por qué debería sentir tristeza? Si no se hubiera interpuesto, Valentina estaría muerta. Echó a perder mis planes, ¡no me quería tanto como yo pensaba!
—Luciana, pero qué...
En ese momento se abrió la puerta de la habitación y Marcela entró