El hombre de la cicatriz le dio la dirección a Mateo y colgó.
Catalina insistió: — Señor Figueroa, tiene que salvar a Luciana. Su corazón está delicado, no puede soportar estas tensiones.
Daniel miró a Mateo: — Señor Figueroa, ahora Valentina también está en manos de esos hombres. Debe traerla de vuelta.
Mateo no dijo nada y salió rápidamente.
...
En el almacén, el hombre de la cicatriz observaba a Valentina y Luciana, chasqueando la lengua: — Se puede dudar de la moral de los ricos, pero no de su buen gusto. La ex-esposa y la novia del señor Figueroa son cada vez más hermosas. Da envidia verlas.
Uno de sus secuaces sugirió entre risas: — Jefe, tenemos tiempo. ¿Por qué no se divierte un poco con estas bellezas?
El hombre de la cicatriz se acercó a Valentina, frotándose las manos. Sujetó su delicado mentón: — Quizás empecemos con la ex-esposa del señor Figueroa. Veamos cómo son las mujeres que él ha tenido.
Intentó arrancarle la ropa a Valentina.
Valentina lo miró sin miedo, con voz cla