Valentina miró a Mateo. Él le dirigió una mirada indiferente y luego posó sus ojos en el rostro de Luciana, diciendo con voz suave: —Volvamos.
Con ese gesto, él lo había confirmado todo, y justo frente a Valentina. Luciana sonrió dulcemente, sabiendo que en ese momento Valentina debía estar consumida por la envidia y el resentimiento, sufriendo intensamente. ¿Una campesina pretendiendo ser su rival? Puro sueño.
—De acuerdo —respondió Luciana mientras se marchaba del brazo de Mateo.
Sin embargo, pronto resonó tras ellos la voz clara de Valentina: —Mateo.
Estaba llamándolo por su nombre. Mateo se detuvo y se dio la vuelta.
Luciana sonrió: —Valentina, ya están divorciados y sigues pensando en Mateo, ¿intentas retenerlo?
Valentina permanecía erguida en el pasillo, ignorando a Luciana. Sus ojos cristalinos se posaron en el distinguido rostro de Mateo mientras decía: —Mateo, yo te amé.
Mateo la observaba fijamente.
—Nunca he creído que amar sinceramente a alguien sea algo vergonzoso —continu