Esta colaboración tan esperada ya le estaba robando el protagonismo.
Luciana sentía un profundo resentimiento y celos hacia esta estudiante genio.
En ese momento, Mariana exclamó repentinamente: —¡Miren todos, ahí viene Valentina!
Mateo sostenía una copa en la mano. Esta noche no estaba de humor y se mostraba indiferente a todo, pero al escuchar esto, levantó la mirada con sus hermosos ojos.
Vio a Valentina.
Esa noche, Valentina llevaba un vestido negro corto sin mangas que acentuaba perfectamente su cintura de junco. La falda abultada hacía resaltar sus piernas, tan blancas y rectas, atrayendo inmediatamente muchas miradas al entrar.
Su largo y sedoso cabello negro caía suavemente sobre sus hombros. En su delicado brazo colgaba un suéter. Desde su ángulo, Mateo solo podía ver su perfil; su rostro parecía aún más pequeño, con una piel clara y translúcida que acentuaba su aire frío y etéreo.
Ese tipo de presencia era única incluso en Nueva Celestia.
Luciana también vio a Valentina y sus