Mateo, con expresión severa, respondió:
—Las placas de Gael tienen libre acceso en Nueva Celestia, bloquear las calles no servirá.
—¿Entonces, qué hacemos, señor? —Preguntó Fernando.
Mateo sacó su teléfono y llamó a Ignacio, el padre de Gael. Las familias Figueroa y Zambrano mantenían una estrecha relación, tanto que, por respeto, Mateo debía llamarlo "tío Ignacio".
La llamada se conectó rápido:
—¿Mateo? ¿A qué debo tu llamada? —Se escuchó la voz de Ignacio.
—Tu hijo se llevó a alguien que me pertenece. —Respondió con voz cortante. —Piensa bien, ¿no tiene alguna casa de campo?
[...]
En una mansión en las afueras, Valentina abrió los ojos lentamente. Se encontró recostada en una lujosa cama, rodeada de una decoración opulenta.
—¿Ya despertaste? —Escuchó una voz masculina.
Al girar la cabeza, vio a Gael. Sus ojos se agrandaron con alarma:
—¿Qué pretendes?
Se suponía que hoy reaparecería como el doc. Milagros, pero él había arruinado sus planes.
—¿Qué pretendo? —Sonrió. —Después de la pal