Porque para ese entonces Nicolás ya no estaría con ella. Seguramente ya no querría ni verla después de todo lo que pasó.
—Valentina, sé que últimamente estás muy ocupada, ve a ocuparte de tus cosas.
—Está bien.
Las dos colgaron el teléfono. Daniela se sintió un poco más tranquila. Su mayor esperanza ahora era que Nicolás se mejorara pronto.
En ese momento sonó otra vez la melodiosa tonada del celular. Alguien la estaba llamando.
Daniela contestó y se escuchó la voz de Julio:
—¿Aló? Señorita Daniela, hola, soy Julio, el secretario del señor Duque.
—Julio, ¿por qué me llamas?
—Señorita Daniela, venga rápido al hospital. El presidente está internado.
¿Qué? Daniela se incorporó de inmediato y apretó el teléfono, preguntando nerviosa:
—¿Cómo fue que lo internaron? ¿Qué le pasó?
—Señorita Daniela, anoche el presidente se quedó bajo la lluvia toda la noche, y con la rabia que tenía se desmayó. ¡Ahora está en el hospital!
Así que anoche no se había ido, sino que se había desmayado. Ahora estab