Su delicada figura estaba envuelta en el amplio saco de él, y su pequeño rostro blanco tenía un toque rosado.
Mateo no la despertó. Bajó del coche y con suavidad la tomó en brazos.
Mientras Mateo llevaba a Valentina de regreso al apartamento, Daniel salió a su encuentro.
—Señor Figueroa, ¿ha traído a Valentina? ¿Está dormida? Démela a mí.
Daniel extendió los brazos para recibir a Valentina.
Pero Mateo no tenía la menor intención de entregársela. Rodeó a Daniel con Valentina en brazos y entró en su propio apartamento.
—Señor Figueroa —lo llamó Daniel desde atrás.
Mateo se detuvo.
—Señor Figueroa, todos somos adultos. Si ama, ame profundamente; si no, déjela ir. Su actitud, moviéndose entre Valentina y Luciana, no es justa para nadie. Todos saldrán heridos.
Mateo permaneció en silencio.
—Señor Figueroa —continuó Daniel—, ¿a quién prefiere realmente, a Valentina o a Luciana? Debe preguntárselo a su corazón. Espero que tome una decisión pronto, porque no permitiré que siga acosando a Valen