Capítulo 32 —Cuídala
Narrador:
Luigi conversaba con Franco, Renzo y un par de hombres más, junto a la barra del jardín. Las risas eran discretas, los brindis se repetían cada tanto. Valeria se acercó sin decir nada y le pasó la mano por el brazo.
Luigi giró hacia ella enseguida, sonriendo.
—Permítanme presentarles a mi esposa. Valeria.
Lo hombres asintieron con un gesto cordial. Renzo, en cambio, extendió la mano.
—No habíamos sido presentados formalmente, aún, es un placer conocerte, Valeria.
—El placer es mío —respondió ella, con una sonrisa educada.
Luigi no disimuló el orgullo en la voz ni en la forma en que la sostuvo de la cintura mientras hablaba con los demás. Valeria lo escuchó un momento, luego se inclinó hacia él.
—Creo que me retiraré a dormir —dijo suavemente.
—¿Tan pronto?
—Ha sido un día largo.
Luigi asintió, sin soltarla.
—Descansa, Val. Te alcanzo en un rato.
Ella sonrió apenas y se alejó.
El dormitorio estaba en silencio. Se desvistió despacio, se dio una ducha larga