Capítulo 128 —Desayuno
Narrador:
Dinorah dejó la bandeja en la mesita de noche sin hacer ruido. El aroma del café recién hecho y del pan tibio se mezclaba con el calor que aún guardaban las sábanas. Mateo dormía boca arriba, desarmado, el cabello revuelto, una mano sobre el pecho desnudo, la respiración lenta y profunda. Así, vulnerable, era peligrosamente atractivo.
Se sentó en el borde de la cama y lo miró unos segundos más de lo necesario. No había apuro. Había intención.
Deslizó los dedos por su antebrazo, despacio, siguiendo el camino de las venas, hasta llegar a su mano. No lo despertó de golpe. Lo fue trayendo de vuelta con caricias suaves, insistentes, calculadas. Mateo se movió apenas, frunció el ceño, y abrió los ojos cuando ella ya estaba inclinándose sobre él.
Él, todavía atrapado en ese limbo delicioso entre el sueño y la vigilia, olió café, pan tostado. Algo tibio apoyándose con cuidado en su brazo.
—Buenos días —murmuró Dinorah, con una sonrisa lenta. —Mateo… —la voz de