Capítulo 114 —A quemarropa
Narrador:
La finca parecía un infierno abierto. Luigi avanzaba solo, sin esperar refuerzos, sin mirar atrás, un demonio cubierto de sangre. No había estrategia en sus movimientos; solo había instinto, rabia pura, un dolor tan feroz que lo empujaba a matar sin pestañear.
Disparos, gritos, cuerpos cayendo. Sangre salpicando las paredes. Cada vez que un hombre apuntaba en su dirección, Luigi le disparaba primero. No fallaba, no dudaba, no perdonaba.
Franco gritaba su nombre desde algún punto, pero Luigi no escuchaba nada. Solo tenía un nombre ardiéndole en la garganta:
—VALERIA.
Entró a un pasillo estrecho. Acribilló a los dos guardias sin detener la marcha. Una bala le rozó el hombro, pero ni reaccionó: estaba demasiado hundido en su furia para sentir dolor.
Cuando dobló una esquina… se encontró con Rubén.
Rubén levantó las manos, pálido, temblando.
—Mattos… yo… puedo explic...
Luigi no lo dejó terminar. Lo agarró del cuello y lo estampó contra la pared con tan