Capítulo 96
Alexander acostó cuidadosamente a Isadora en la cama, arreglando la almohada bajo su cabeza antes de salir. Caminó despacio y bajó las escaleras hacia la cocina, donde el cocinero ya se quitaba el delantal, preparándose para terminar su turno.
—Buenas noches, señor —saludó el hombre, sonriendo.
—Buenas noches —respondió Alexander—. ¿Tiene algo listo que no sea pesado para que Isadora coma?
El cocinero asintió con una sonrisa confiada.
—Sí, señor. Tengo una sopa ligera y fresca que preparé antes. Iré a buscarla para la señora.
—Gracias —agradeció Alexander, relajándose un poco al saber que su esposa tendría algo ligero para reponer energías.
Mientras esperaba, observó la organización de la cocina. Poco después, el cocinero regresó con un cuenco humeante y un plato de tostadas frescas.
—Aquí está, señor. Espero que le guste.
—Seguro que le gustará —dijo Alexander, tomando la comida con gratitud.
De vuelta en la habitación, despertó a Isadora con cariño.
—Amor, te traje algo